Tres roles distintos encabezando a un equipo, persiguiendo metas y compartiendo filosofía. Vimos en la primera parte de este post la necesidad actual de las empresas por tener líderes, cabezas visibles que dieran ejemplo. La mayoría de las veces imaginamos a los líderes como si del Sheriff Woody, personaje de Toy Story, se tratase. Son personas leales, firmes, líderes transformacionales, comprometidos, que motivan a tener una actitud positiva.

Este artículo pretende hacer ver que no hace falta imaginar, que los lideres existen y que se crean, que es posible cambiar el rol de simple directivo a líder de un equipo de personas.

Cambio de rol

El líder, que podría ser el directivo,  debe ser “empático, amable y prudente, saber escuchar, saber identificar las necesidades de sus colaboradores y darles el soporte necesario, poner énfasis en lo bien hecho, sacar provecho de las “crisis”, dar ejemplo a los demás” así lo explica Carlos Cebrián, director de Recursos Humanos de Martín Molina.

Quien dirige no es líder sólo por estar al frente de un equipo, será necesario que refuerce su posición no sólo con indicaciones y acciones, también con la toma de decisiones que ayuden a su equipo a seguir creciendo.

José Carlos Bernal, director ejecutivo de Martín Molina, incide en que “el liderazgo es una capacidad que se convierte en privilegio, sólo si es útil para la organización”; a lo que Alfredo Urdaci, director de comunicación de esta empresa, añade que “si el directivo no tiene liderazgo, su capacidad de movilizar y de marcar metas ambiciosas para su organización estará seriamente mermada”.

Harán falta cinco cambios para mudar del rol de directivo al rol de líder:

  1. ¿En qué puedo ayudarte? Además de pedir resultados y acciones es recomendable que el líder pregunte a su equipo con la intención real de volcar su conocimiento para un bien común.
  2. Ser parte del equipo, no una figura exógena. Eso ayudará a repartir entre el equipo los méritos y los problemas. Cambiando el singular de “¿cómo lo resolverás? “ por el plural de “¿qué haremos nosotros para resolverlo? “.
  3. Escuchar activamente. Entender que los empleados son personas, que tienen conocimientos, actitudes y habilidades. Es necesario escuchar y conocer para poder aportar el mejor consejo o indicación a cada uno de ellos.
  4. Inspirar y motivar. Ser capaz de ilusionar al equipo, de presentar las ventajas del trabajo.

El mentoring

Se ha creado, para facilitar el buen papel del líder, la práctica conocida como mentoring. Una función similar a la que realizaba Mentor con Telémaco, cuando Ulises le pidió que preparara a su hijo para sucederle como rey de Ítaca.

Convertirse en maestro, consejero y modelo, guiando al que inicia su carrera profesional, aportándole toda la experiencia y sabiduría que el mentor ha acumulado a lo largo de los años.

No hablamos únicamente de formar a alguien en conocimiento técnicos, es ayudar a avanzar en el camino, es enseñar a tomar decisiones.

Siempre y cuando uno quiera enseñar y otro aprender se producirá el mentoring, que aportará ventajas reales a las organizaciones:

  • Adquisición más rápida de la filosofía de negocio y de los comportamientos que se esperan.
  • Asunción más rápida de las responsabilidades.
  • Fomento de la gestión de conocimiento y talento en la empresa.

La función del líder es dar apoyo y soluciones, marcar las pautas adecuadas, ponerse al frente cuando la situación lo requiere. ¿Lo hacemos?, ¿lo hacemos bien?

La pregunta que debemos hacernos mañana tras mañana es, ¿qué valor añadido aporto a mi empresa, a mi departamento, a mi equipo?

Esto nos hará crecer y no limitarnos porque tenemos la capacidad de ser mejores cada día.