Si hay un impuesto verdaderamente mediático, que ha venido encabezan- do a lo largo de los últimos años la popularidad, ese es el Impuesto sobre Transacciones Financieras (ITF) –Finacial Transaction Tax-, más conocido popularmente como la tasa de Tobin o el impuesto de Robin Hood. La actual cri- sis económica y financiera mundial ha tenido importantes repercusiones nega- tivas tanto en las finanzas públicas como en las economías domésticas de los países del entorno europeo, siendo el sector financiero uno de los principales desencadenantes.

La creciente importancia sobre la aplicación de un impuesto que grave las ope- raciones bancarias procede de unas preferencias sociales y políticas, que sólo se pueden explicar desde el caldo de cultivo de la crisis financiera internacional de 2008 a 2012 y sus graves consecuencias -en particular en lo que atañe a los rescates de entidades financieras con la utilización de ingentes fondos públicos- . Realmente, esta crisis ha pasado factura a los países europeos, ya que una cuan- tía muy importante de dinero del gasto público se ha destinado a la financiación de la deuda soberana y al rescate de las economías más vulnerables y del siste- ma bancario.